Argentina redujo su dependencia energética externa de forma histórica durante 2025, al registrar una caída sin precedentes en las compras de gas natural licuado y por gasoducto, un hito que alcanzó su punto máximo en septiembre con importaciones virtualmente nulas. Este colapso se explica por el aumento de la producción de shale de Vaca Muerta, lo que impulsó un superávit energético de U$S 5.368 millones en el balance anual, marcando una transformación profunda en el sistema nacional.