El sistema energético argentino experimentó un quiebre fundamental en 2025, impulsado por una caída sin precedentes en las compras de gas natural al exterior. Según un estudio de las Tendencias Energéticas del Instituto Mosconi, las adquisiciones de gas natural licuado (GNL) experimentaron una contracción del 7,8% a lo largo del último año. De forma aún más notoria, la entrada de gas a través de gasoductos, proveniente de Bolivia y Chile, se desplomó un impresionante 92,4%, alcanzando un volumen marginal de $118 \text{ MMm}^3$.
Esta transformación alcanzó un hito inédito en septiembre, mes en el que "no se registraron importaciones inequívocas de gas por barco ni por ducto". Este suceso subraya la drástica disminución de la vulnerabilidad frente a fuentes de suministro foráneas.
La principal razón detrás de esta disminución en las compras de combustible se atribuye, por una parte, a la creciente inyección de shale desde la provincia de Neuquén y, por otra, a una moderación de la demanda interna junto a modificaciones en la infraestructura nacional. Adicionalmente, se suma la progresiva merma en el caudal que proviene de Bolivia, fenómeno que se alinea con el "la caída estructural de la producción en ese país".
Balanza comercial histórica: Superávit de U$S 5.368 Millones
En simultáneo con la reducción de las importaciones, las ventas de energía al exterior sostuvieron su tendencia alcista. Gracias a este doble efecto, la cuenta comercial energética mostró un superávit de U$S 775 millones en septiembre, elevando el acumulado del año a U$S 5.368 millones. Este saldo representa una mejora del 44,6% en comparación con el mismo lapso del año 2024.
El informe de Mosconi precisa que los envíos al extranjero aumentaron un 25% interanual, incluso cuando los precios internacionales se mostraron un 4,7% inferiores. Esta disparidad fue neutralizada por un extraordinario incremento en los volúmenes despachados, que se expandieron un 31,4% en septiembre y un 27,4% en el balance anual.
En contraste, si bien las importaciones reflejaron un aumento del 3,9% interanual en septiembre (motivado por un incremento del 64,4% en las cantidades), el valor total importado en el acumulado anual registra una caída del 20,5%. Este descenso es consecuencia de precios un 32,8% menores, lo cual también colaboró a robustecer el superávit.
Durante el último año, se destacaron las exportaciones físicas de crudo (+25,8%) y de gas (+8,1%). Estas cifras son el reflejo de la capacidad ampliada del sistema para cubrir el consumo interno mientras genera volúmenes aptos para la exportación.
Respecto al panorama de las importaciones, se observan comportamientos diferenciados. Mientras la compra de gasoil en el exterior se redujo un 14,8%, la importación de naftas escaló un 24,9%. Este fenómeno es atribuido a una combinación de factores como la estacionalidad, los márgenes de refinación y la dinámica del mercado doméstico. Sin embargo, el dato de fondo que prevalece es la fuerte disminución del GNL y del gas por gasoducto, una tendencia que se afianzó a lo largo del año y culminó en septiembre con entradas virtualmente nulas.
Vaca Muerta, el motor de la soberanía energética
Este nuevo panorama energético no puede ser entendido sin la progresión de Vaca Muerta, cuya extracción se mantiene en fase de expansión y se "consolida como el motor del sistema energético nacional".
Específicamente, la producción de petróleo no convencional (shale oil) se elevó un 41,8% interanual en septiembre y un 27,5% en el acumulado. Gracias a esta potencia, representa el 60,8% del total producido en el país. En este marco, YPF, que detenta el 55% de la participación, incrementó su producción en un 21,4%.
En resumen, los indicadores ofrecidos por el Instituto Mosconi certifican una transformación de peso: mientras la adquisición de gas foráneo se derrumba, las exportaciones ascienden y el yacimiento de Vaca Muerta ratifica su posición estratégica. En un contexto de precios internacionales estables, Argentina está alcanzando un "equilibrio energético más sólido", caracterizado por un superávit externo en crecimiento y una dependencia menguante de fuentes como el GNL y el gas boliviano.