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La OPEP advierte por los "costos reales" de la transición energética

El secretario general Al Ghais argumenta que el costo de energía tradicional ignora gastos cruciales en infraestructura, estabilidad de red y minerales críticos. El mensaje es un llamado a un enfoque “integral” que garantice un suministro eléctrico futuro que sea a la vez confiable y asequible.

Por Redacción

Martes, 25 de noviembre de 2025 a las 10:33

El trascendente cambio hacia un nuevo paradigma energético ya no es una mera hipótesis futura: es una realidad operativa. Las fuentes de energía renovable están aumentando su porción en la canasta de generación eléctrica global, y se anticipa que esta prominencia se intensificará a lo largo de las próximas décadas. Sin embargo, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha emitido un comunicado crucial con el propósito de dirigir la atención hacia la “letra chica” que acompaña este proceso: los “costos reales” que implica el despliegue masivo de tecnologías eólicas y solares y su efecto en la estabilidad operativa de los sistemas de suministro eléctrico.

El secretario general de la OPEP, Haitham Al Ghais, señaló en un informe reciente que las infraestructuras eléctricas a nivel mundial están sufriendo una presión creciente. Esto se debe, por un lado, al auge de tecnologías renovables, a menudo descentralizadas y caracterizadas por su generación intermitente; y por otro, al incremento exponencial del consumo asociado a la adopción generalizada de Inteligencia Artificial (IA), los vastos centros de datos, y el aumento generalizado de los requerimientos de energía en hogares y sectores de servicios.

El salto de la demanda y la cuestión del costo integral

Los datos que maneja la organización ilustran la envergadura del cambio. De acuerdo con el informe World Oil Outlook (WOO) 2025, se proyecta que la producción eléctrica global escalará de 31.345teravatios-hora (TWh) en 2024 a 57.556  TWh para 2050, lo que representa un salto cercano al 85%. La mayor contribución a este crecimiento provendrá de las renovables: la energía solar y eólica pasará de 4.931 TWh a 26.013 TWh en el mismo lapso, un aumento del 527%. En total, las fuentes limpias verán su participación crecer del 42% al 67% de la matriz energética global entre 2024 y 2050.

Hasta aquí, el panorama se alinea con la narrativa habitual en los círculos de transición energética: más energías limpias, menos emisiones, una matriz más ecológica. No obstante, Al Ghais introduce una variable diferente: el costo total que implica el sistema. Él enfatiza que si bien los precios de la energía solar y eólica han descendido drásticamente en los últimos diez años, es esencial trascender el indicador estándar utilizado para comparar tecnologías, conocido como el Costo Nivelado de Energía (LCOE por su sigla en inglés). Según la OPEP, este indicador “no refleja por completo” los desembolsos suplementarios requeridos para integrar fuentes de naturaleza intermitente y descentralizada. Estos gastos incluyen, entre otros, la construcción de nuevas líneas de transmisión, el fortalecimiento de la infraestructura de red, sistemas de almacenamiento, la operación de plantas de respaldo para los momentos de ausencia de sol o viento, y la gestión de la energía sobrante.

Al integrar estos elementos adicionales, el panorama financiero se transforma. La OPEP calcula que el LCOE “Total”, que incorpora toda la infraestructura de soporte necesaria para mantener la solidez del sistema, asciende a 77 dólares por MWh para la solar, 72 dólares por MWh para la eólica terrestre y 127 dólares por MWh para la eólica marina. En contraste con los promedios mundiales de 2024, la diferencia es notoria: el LCOE “simple” se situaba en 39 dólares por MWh para la solar, 48 dólares para la eólica terrestre y 89 dólares para la eólica marina.

 El Factor de los minerales críticos

Otro elemento que la OPEP pone en juego, y que ha cobrado relevancia en la agenda reciente, es la disponibilidad y el precio de los “minerales críticos” imprescindibles para la cadena de valor de las renovables. Los paneles solares y las turbinas eólicas requieren volúmenes significativos de cobre, tierras raras, litio, níquel y otros materiales cuya extracción se concentra en un número reducido de naciones. Para Al Ghais, la concurrencia de alta demanda, una oferta que responde lentamente y los riesgos que penden sobre la inversión pueden desencadenar desequilibrios entre la provisión y el requerimiento, repercutiendo directamente en los costos.

En el caso de la energía solar, la OPEP señala que, a pesar de la marcada reducción en el costo de los módulos durante la última década gracias a las economías de escala y la innovación tecnológica, esta disminución se viene “ralentizando” debido al aumento en el precio de los minerales. La energía eólica, especialmente la offshore (marina), parece ser aún más sensible a estas tensiones, tanto por su complejidad tecnológica inherente como por su vulnerabilidad a las alteraciones en la cadena de suministro global.

Conclusión: La necesidad de un enfoque holístico

El mensaje fundamental no es un rechazo a la transición, sino una invitación a considerar la totalidad del escenario. Al Ghais enfatiza que la electricidad del mañana debe ser “confiable y asequible para todos”, lo cual, a su entender, exige una aproximación integral que involucre “todas las personas, todas las energías y todas las tecnologías” en la configuración de las trayectorias energéticas futuras.

Bajo este principio, el secretario general insiste en que la “reducción de emisiones” se mantiene como una meta fundamental, a la cual la OPEP afirma adherir. No obstante, demanda discusiones que sean “equilibrados y realistas” sobre el papel que deben desempeñar “todas las fuentes de energía” para satisfacer una demanda eléctrica en constante expansión. Su argumento es que, si bien las renovables serán un componente vital del mix global, el petróleo y el gas continuarán proveyendo una base constante, accesible y, desde su óptica, necesaria para asegurar la continuidad del suministro.

En síntesis, la OPEP busca redefinir los términos del diálogo sobre la transición energética: reconoce el avance indiscutible de la energía solar y eólica, pero advierte que el verdadero desafío no reside únicamente en instalar más parques y paneles, sino en mantener “sistemas eléctricos robustos”, capaces de soportar el gran salto en el consumo de la economía digital y la vida cotidiana. Para las naciones productoras de hidrocarburos, como las de nuestra área geográfica, esta declaración se interpreta como un indicativo: el planeta se dirige hacia una matriz más limpia, pero el tema central a debatir será la distribución de roles, responsabilidades y costos en este nuevo mapa energético.